domingo, 2 de julio de 2017

La matrona

Cada noche, acurrucado en el fondo del ropero fantaseo con que mi madre, al volver del hospital, me dé el último tirón y me ayude a salir del armario, el clásico alumbramiento gay con dificultades. De esa manera, no le reprocharía su cinismo cuando se congratula de lo bien que hace su trabajo, de lo gratificante que es ver la mirada de orgullo de una madre, de oír el grito de liberación de un niño o de presenciar el momento en que madre e hijo se conocen por primera vez.

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